La pregunta de los 4 días
Las circunstancias de una antigua idea
En 1926 Henry Ford, fundador de la compañía de Motores Ford, propuso la teoría de que sí las personas tenían dos días para descansar, su eficacia laboral mejoraría. Cuando se puso a prueba el concepto que ahora llamamos “fin de semana” fue un éxito, lo que hizo de esta jornada laboral de 5 días hábiles, una realidad extendida alrededor del mundo. A raíz de este éxito ya en 1950 se debatió la idea de expandir este periodo de descanso y transformar la semana laboral en una de 4 días en vez de 5.
Por supuesto esta idea no funcionó, pero si bien no se implementó tampoco fue completamente abandonada. Un estudio realizado por la empresa Gallup en el 2020 demuestra que de los 10.000 empleados que entrevistaron, un 5% trabaja en un horario laboral que se reparte en 4 días y tienen los otros 3 días libres. Aunque la cantidad de profesionales y empleados que trabajan en este sistema horario todavía es minúscula porcentualmente, el hecho de que se implemente y mantenga este sistema en algunos trabajos, después de todas estas décadas, prueba que el concepto tiene mérito en ciertos ambientes laborales.
Después de la pandemia y todos los cambios que se han implementado en el mundo laboral, esta posibilidad se ha vuelto a discutir, como una de las medidas para aliviar una serie de problemas que se han generado en especial con el teletrabajo que dicen relación con el mundo personal y el laboral y de los límites entre uno y otro. Sin embargo, este sistema, si bien puede hacer cumplir a un profesional el mismo número de horas en cuatro días que en cinco, presenta una serie de complejidades al momento de implementarlo, por lo que para nosotros la pregunta crítica es:
¿Este sistema puede implementarse en las oficinas de abogados?
Para responder esta pregunta primero debemos entender mejor, por qué este sistema de los 4 días de semana laboral está siendo reevaluado. Hay tres causas principales por las que volvió a la discusión:
- El primer motivo que impulsó a esta idea fue la pandemia. Ante el encierro, los problemas de convivencia relacionados, la falta de actividades recreativas y los cambios radicales que tuvieron que realizar las empresas a sus modelos de trabajo, facultades e incluso responsabilidades surgió una necesidad consciente de profesionales y trabajadores de mejorar su calidad de vida y tener mayor tiempo personal. Este cambio en las prioridades hizo aumentar la disconformidad con los ambientes laborales y llevó a empleadores y empresas a discutir si la reducción de los días hábiles era posible e incluso buena y si podría ayudar a la aclimatación a este nuevo sistema.
- La segunda causa, también derivada de la pandemia fue “La Gran Renuncia”. Este nombre fue el término que le dio el profesor Anthony Klotz de la Escuela de Administración en la Universidad de Londres a la renuncia masiva, en distintas partes del mundo y en diferentes tipos de trabajos, ocurrida el año 2021, por parte de trabajadores y profesionales. Los problemas esgrimidos para estas renuncias eran diversos, como: falta de satisfacción con sus empleos, preocupación por su salud debido al COVID-19, deseo de mejores políticas de trabajo a distancia entre otros. Este fenómeno, anticipado por el profesor Klotz, llevó a las empresas a tener crisis debido al aumento de renuncias alrededor del mundo y dado este fenómeno la idea de otorgar mayor tiempo de descanso surgió como medida de prevención y remediación de las capacidades de retención laboral tan puestas a prueba.
- La tercera razón se originó enteramente en el teletrabajo. La falta de regulación, espacios habilitados y desconocimiento de formas de esta modalidad, llevaron a muchas dificultades por parte de los trabajadores y profesionales, para separar su vida laboral de su vida personal. De aquí surgieron innumerables problemas de salud mental y físico, problemas que contribuyeron en gran medida al fenómeno de La Gran Renuncia y que siguen siendo un obstáculo para muchos empleados y oficinas. Debido a esta falta de límite, varias empresas sugirieron que aumentar los días de descanso podría ayudar a estabilizar la situación y prevenir otros problemas que afectarían la eficiencia al momento de trabajar.
El concepto de la semana laboral de 4 días fue concebido en 1950 y, aunque no se estandarizó, sobrevivió hasta el presente
La decisión de las firmas
Estas causas, todas derivadas de la pandemia y su impacto en el mundo laboral, abrieron el debate de sí se debía implementar la semana de los 4 días hábiles, en forma global. Pero esa primera discusión transversal tiene evidentemente una serie de complejidades asociadas a cada caso y profesión, al momento de implementarse.
¿Es posible que este tipo de horario laboral ayude a equilibrar nuevamente la relación entre la calidad de vida y la eficacia en el trabajo, en el caso del mundo laboral del derecho? La respuesta a esta pregunta es complicada porque como todo método, tiene aspectos positivos, negativos, partidarios y detractores:
- Aquellos que argumentan por sus méritos, señalan que reducir los días laborales puede mejorar aspectos como la calidad de vida y consecuente fidelidad de los profesionales con sus lugares de trabajo. Esto llevaría, de acuerdo con su opinión, a incrementar aspectos como la productividad, la rentabilidad, y el bienestar de los profesionales. También mayor tiempo personal puede ser invertido por los abogados en especialización e investigación que ayuden a desarrollar a la persona en su trabajo y como consecuencia a la empresa u oficina en la que trabajan. Además, señalan que el mayor equilibrio entre el tiempo dedicado al trabajo y a otras actividades, evita una serie de problemas relacionados al estrés y calidad de vida tales como el ausentismo laboral o problemas de salud mental y físico, entre otros. Finalmente ayuda con la flexibilización del ejercicio de la profesión.
- Las personas que argumentan en contra señalan que el teletrabajo ya pone una distancia grande entre los profesionales y su ámbito laboral y más tiempo libre incrementa esta desconexión aumentando las posibilidades de movilidad laboral y los posibles problemas que produce la interrupción de casos y trabajos. Señalan que solo aceptar y organizar este sistema de trabajo requiere inversión financiera, administrativa y tecnológica que apoye a la empresa durante los días libres y en la coordinación, una inversión que muchas oficinas no pueden o simplemente no están dispuestas a arriesgar por un proceso experimental. Además, en particular para los abogados que trabajan en oficina, y que están involucrados en juicios (con plazos fatales) o en cierres de M&A’s, los períodos continuos de trabajo y que pueden incluir hasta los fines de semana, para poder dar solución en tiempo a un problema, son vitales. En ese caso perder un día de la semana es imposible. Por otro lado el ejercicio en tribunales por ejemplo, contempla jornadas, horarios y días definidos por el Poder Judicial y que son de una semana de 5 días trabajados complicando la coordinación de un día libre en ese período.
Es un tema evidentemente controversial, que tiene muchas incógnitas y falta de certezas. Un quiebre con la cultura actual, que supone que tanto tiempo libre no es crecimiento y calidad sino una expresión falta de compromiso e interés con el trabajo.
Los argumentos a favor y en contra todavía son generales y cuando se trata de implementación en el caso de los abogados que trabajan en una firma, son contrarios a la medida. Por supuesto que no todos los abogados trabajan en despachos y aquellos que lo hacen en otros ámbitos como las empresas, en sector público u otro, van a tener diferentes ventajas y problemas asociados.
Eso sólo confirma que es un proceso complicado, tan complejo como fue implementar la idea de Henry Ford en 1926, de un fin de semana. No es sólo tema de terminar con el trabajo el día viernes, aunque todos concuerdan que sería el día más elegido de la semana para no trabajar. El repartir las horas en cuatro días de la semana y coordinar trabajos de equipos que funcionen bien en menos tiempo, necesita un buen plan, mucho trabajo administrativo asociado al inicio y la adaptabilidad de los profesionales para solucionar los problemas que traerá a casos individuales. En países como Inglaterra, Nueva Zelanda y Chile el tema de la reducción semanal de horas laborales tiene altas posibilidades de ser implementado lo que deja a las oficinas con una decisión que tomar en cuanto a la repartición de esas horas y su flexibilidad. Los primeros estudios que den el salto a implementar la jornada de 4 días, flexibilizando el horario, sin duda serán las que se arriesguen más, pero también pueden cosechar los beneficios de un mejor reclutamiento de talento.
Debido a los cambios causados por la pandemia, las firmas se ven enfrentadas con una decisión
El sistema de los 4 días semanales laborales ha sobrevivido por décadas con la esperanza de ser la nueva norma. ¿Serán los cambios de esta década lo que cumpla ese sueño? Soló el tiempo lo dirá
Moda e Imagen: Representando al Abogado
El valor de la apariencia
“Una imagen vale más que mil palabras” … esta frase, que indica que ver algo, deja una impresión mucho mayor que oírlo. Cuando un paciente ve a una persona en bata blanca, confía su salud, diagnóstico y tratamiento a ella, entendiendo de inmediato que se trata de un doctor que sabe cómo ayudarlo. Un diseñador o arquitecto se espera estén vestidos con ropa vanguardista y a la moda, representa conocimientos de nuevas tecnologías y tendencias. En cuanto a los abogados es especialmente importante dar sensación de seguridad y privacidad, debido a que lidian con información confidencial, problemas y objetivos de personas, empresas y entidades en múltiples planos y aspectos. Es así como el traje formal para los profesionales legales se transformó en sello y en imagen de trabajo serio y productivo dando la impresión de que el profesional que lo usa es la persona ideal para la defensa o trabajo requerido.
Los abogados han comenzado un debate acerca de sí el actual código de vestimenta sigue siendo tan necesario como antes y sí los beneficios que conlleva son justificados o incluso existen en el escenario actual.
Este cambio que se ha ido gestando a lo largo de este último período se acentuó fuertemente después de la pandemia. Para verificar esta tendencia, Work On Law, realizó una encuesta referida al tema y de los abogados que la respondieron el 70,5% afirmó que su oficina no tenía un código de vestimenta formal, mientras que sólo el restante 29,5% señaló que su oficina mantiene un reglamento específico al respecto.
Sin embargo, la mayoría de ellos tiene claro la obligatoriedad de un código formal de indumentaria en las Cortes de Justicia. Eso no ha cambiado y sigue siendo una parte importante de la imagen de los profesionales del derecho hacia sus clientes en estas instancias y formalidad requerida para litigar como parte importante de su desarrollo profesional.
La discusión principal se genera, no sobre si el código de vestimenta no debe ser administrado, sino sobre cuándo y dónde debe aplicarse.
Aquellos profesionales que siguen apoyando el uso de un tipo de indumentaria formal de modo permanente, dan como argumentos principales para fundamentar su decisión:
• La relación directa con la importancia que los clientes le dan a la imagen que tienen de los abogados. Sostienen que la formalidad en su imagen les ayuda a acercarse a ellos y a generar una relación de confianza y por lo tanto a conseguir mayor cantidad de casos y clientes que representar.
• La reputación de la imagen profesional como grupo, lo que se aborda desde dos puntos de vista: primero como imagen de unidad de un estudio en que todos sus profesionales, no importando la especialidad que ejercen, abordan el trabajo de forma profesional y responsable y lo representan a través de ese tipo de vestimenta e imagen. En segundo lugar, se aborda el tema como grupo disciplinar, indicando que la percepción generalizada y transversal, tiene que ver con un tipo de vestimenta específica, igual en todas partes del mundo y definitivamente formal.
Por el otro lado aquellos que no están a favor de mantener un código de vestimenta tienen sus propios argumentos acerca de porqué un estándar estricto en este tópico no ayuda a los profesionales:
• Refieren que el teletrabajo ha reducido el contacto directo con el cliente y esta nueva modalidad ha bajado el impacto específico de la ropa en la imagen, volviendo obsoleto el código relacionado a este punto. También argumentan que poner el foco en la apariencia del abogado, produce un efecto secundario: se prioriza una manera de vestir a la real capacidad del profesional para asumir la tarea.
• En segundo lugar, afirman que la confianza hacia los profesionales dada por los empleadores fomenta un mejor trabajo y desarrollo profesional. Esto incluye la forma de vestirse y de mostrarse como cada uno es y se percibe, sin que esto se transforme en reflejo o juicio de la eficiencia y calidad del trabajo que realiza.
La reducción en el uso de vestimenta obligatorio resultó en un debate acerca de su importancia
Hay muchas opiniones acerca del código ¿Quieres añadir tus experiencias? Cuéntanos como crees que va a evolucionar la moda laboral
Una decisión con varías alternativas
A pesar de estas diferencias y la marcada existencia de estos dos grupos, un 75,8% del total de encuestados cree que debe haber cambios en la forma de aplicación de este código. Hacen notar que la forma actual se ha vuelto rígida hasta el punto de ser poco práctica, por lo que se debe flexibilizarse para permitir una mayor libertad a los profesionales. Muchos de ellos, remarcaron que elementos como la corbata, ya no era necesaria para el día a día. Y definitivamente la opinión general se mantiene firme en cuanto a que la vestimenta dentro de los tribunales debe permanecer formal como siempre.
Incluso dentro del segundo grupo, sólo el 16,8% opina que se debería remover el reglamento de tipo de vestimenta en su totalidad. Sus opiniones apuntan a que actualmente se ha desarrollado una nueva clase de actitud de parte de empresas y clientes, una que valora más la aptitud y los resultados de un profesional que su apariencia. También hacen notar que muchas oficinas en el mundo están abandonando la norma y aquellos que no lo hacen están recibiendo críticas por la falta de capacidad para adaptarse, señalando que el abandono del código de vestimenta es un signo de los tiempos, casi inevitable.
Aun así, esta última no es una opinión popular. Cuando se le preguntó a los encuestados por la importancia del código de vestimenta en el ámbito profesional, con escala del 1 al 5 y donde el 1 representaba que no tenía ninguna importancia, el 3 dependiendo de la ocasión y el uso y el 5 representando una postura vital, el 41,3% votó por el 3, mientras que sólo un 8,9% eligió la opción 1.
Es evidente que no hay respuesta correcta o equivocada sobre el tema, sino que puntos de vista que dan cuenta de un período de cambio, en muchos aspectos dentro de los que también se encuentra la ropa que usa un profesional. Entonces debemos preguntarnos ¿Aplica para este tema el que una imagen vale más que mil palabras? O ¿Representa un caso en que la acción es más importante que la apariencia? Esto es algo que deben decidir las oficinas tarde o temprano. Es un aspecto más, que la fuerza de la pandemia impuso al ambiente legal, en la que como en muchos otros aspectos y profesiones, la uniformidad dejó de ser algo impuesto y las diferencias toman fuerza. Todo depende de la dirección a la que se quiera ir y cómo se quiera mostrar al mundo.
A pesar del debate acerca de su necesidad la mayoría de las oficinas concuerdan con que tiene varios beneficios
La decisión entre apoyar a la unidad del equipo o poner mayor confianza en los abogados no es una decisión fácil pero es una que los todas las empresas deberán realizar tarde o temprano.
El Viaje hacia un LLM: Una experiencia definida por el abogado
Una herramienta en un mundo competitivo
El mundo laboral actual, altamente competitivo, globalizado y con una creciente complejidad y especialización en diferentes temas, siempre busca a aquellos que están mejor preparados, tanto en experiencia como en conocimientos. Son los profesionales que se especialicen en ámbitos y particularidades de sus carreras los que puedan traer habilidades, conocimientos y práctica profesional que, de mejor manera, aporten al éxito de una oficina, empresa, fundación o cualquier otro ámbito laboral en que se desempeñe. Es por esto que, para quienes buscan o ejercen un trabajo, una preparación académica posterior a los estudios de pregrado, es una de las claves para poder distinguirse de su competencia, acceder a los mejores trabajos y atraer al mayor número de clientes y nuevos negocios.
Para el mercado laboral del derecho en todo el mundo, es el LL.M. – Legum Magister – o Masters Of Laws, el postgrado que demuestra capacidades y especialidades específicas aprendidas. Este postgrado es para el abogado, lo que el MBA es para los economistas. Una especialización que refiere en forma directa al ejercicio Legal. Hay ejemplos de Masters of Arts, que también pueden ser relacionados con el mundo del derecho, pero un LL.M. es siempre y claramente un postgrado para un abogado y el ejercicio de su profesión. Son estos magísteres, los que abordan las diferentes especialidades para el ejercicio legal o una especialidad general en Derecho y se dictan en casi todas las Universidades del mundo. Por esto, muchos abogados consideran la opción de estudiar un Máster en Leyes, o LL.M.
Pero tomar la decisión de cuál de ellos estudiar, no es simple. En primera instancia hay que definir cuál es el tema en el que cada profesional quiere obtener mayores conocimientos o si prefiere profundizar sus conocimientos en general. Además, es importante entender si se quiere ejercer en el mundo privado o en el público y cuáles de ellos dan mayores posibilidades en cada ámbito.
Después de esto, es muy importante revisar los focos que las diferentes Universidades nacionales o internacionales dan a esas especializaciones y el prestigio que la Institución tiene en el mundo del Derecho. A continuación, ver idiomas y requerimientos que se necesitan en cada caso y formas de financiamiento. Este último punto es probablemente uno de los más conflictivos en el momento de definir el estudio de postgrados. Sobre todo, en este momento en que las becas públicas y privadas son escasas y muy difíciles de conseguir. Hay empleadores que apoyan la especialización de sus empleados. Por diversas razones, tanto por temas de interés como por necesidades específicas y de diferentes maneras con tiempo o incluso con apoyo económico. Otro tema importante para tener en cuenta en el momento de la elección.
Muchos abogados que han realizado el LL.M., lo describen como un viaje, una experiencia llena de situaciones que hace crecer a una persona en muchos ámbitos más allá del profesional. Todos ellos entienden que, estudiar un Máster, no es un fin en sí mismo ni una garantía directa de conseguir un mejor trabajo, pero sin duda es una herramienta que da cuenta de un profesional intelectualmente motivado y con mayor preparación para enfrentar el trabajo que quiere. Esto sumado a un objetivo profesional claro, es evidentemente una ventaja competitiva.
Jaime Werner: Estudiar un LL.M te da la libertad para evaluar tu carrera. Te da una pausa para respirar y ver cómo quieres desarrollarte
Una experiencia definida por uno mismo
Tal es el caso de Alicia Undurraga, Head of Legal Chile de Anglo American, quien estudio un LL.M. de Derecho Internacional, Comercio Inversiones y Arbitraje con doble titulación en la Universidad de Chile y en la Universidad Ruprecht Karls de Heidelberg. Lo hizo con la intención de especializarse en inversiones. Su interés específico en ese ámbito era por la minería y las inversiones de recursos naturales en el mercado internacional. Por esto, decidió estudiar un programa con estudios en Chile y en el extranjero, ya que era el programa más específico en este tema y que daba mayor experiencia en inversión global en minería. Tema que en un país como Chile tiene gran repercusión tanto en el mundo público como en el privado.
De hecho, en el momento en que la profesional estudió este LL.M, trabajaba para el Ministerio de Minería, y en los períodos en que estuvo en Chile, continuó trabajando como parte de su forma de financiamiento.
A pesar de que trabajar y estudiar a la vez, es una experiencia demandante y cansadora, la abogada de la Universidad Católica, indicó que fue una experiencia vital para ella, ya que logró no sólo profundizar sus conocimientos en el tema que le interesaba, sino que también obtener una mejor y mayor perspectiva acerca de las habilidades y conocimientos necesarios para avanzar profesionalmente en esta área. Además, y muy importante, esta experiencia le dio la posibilidad de ampliar su red de contactos internacionales, con compañeros y profesores con las que se mantiene en contacto hasta el día de hoy en forma periódica.
La importancia de esta red de contactos y su impacto en el ejercicio profesional también la destaca el abogado Jaime Werner, Asociado Senior de Barros Silva Varela & Vigil. Su motivación era diferente, no quería especializarse en un ámbito específico, sino que prefería obtener conocimiento más profundo en diversos aspectos del ejercicio del Derecho.
Para esto eligió la prestigiada Universidad de Duke en Carolina del Norte, donde estudió su LL.M. Como parte de los requisitos de ingreso, muy altos en este programa, el abogado tuvo que preparar y dar, entre otras cosas, el TOEFL. La experiencia le mostró una forma muy diferente de aprender Derecho, donde se privilegia el método socrático, y se espera que los estudiantes vengan con la materia preparada, en base a bibliografía entregada. Esto es para que en clases se privilegie la discusión sobre la materia y puedan analizar y dar solución a casos y problemáticas presentadas. El programa tiene un enfoque práctico, con alumnos de muy diversos orígenes y distintos puntos de vista, lo que sin duda es una gran preparación el ejercicio profesional.
A pesar de todas las dificultades, que significa el traslado a vivir en otro país, el abogado califica esta experiencia como fundamental para su formación ya que, a su parecer, le mostró de forma mucho más amplia y profunda diferentes posibilidades de desarrollo que puede tener su carrera profesional. La malla flexible del programa de Duke le permitió personalizar sus estudios de acuerdo con sus intereses personales y enriquecer aquellos aspectos que quería profundizar en el futuro, tomando cursos prácticos como Negociación y otros cursos con estilo de seminario como In House Law Practice, que contaba con fiscales de algunas de las empresas más grandes del mundo (Coca-Cola, The Home Depot, etc.) como expositores.
Las experiencias que vivieron ambos abogados son distintas. Cada uno tuvo sus desafíos y objetivos. Sin embargo, en ambos casos las experiencias se describen como profundamente enriquecedoras más allá del título. Con herramientas como inglés técnico y aprendizaje bajo el método socrático, nuevas perspectivas o redes de contactos y especializaciones necesarias para el desarrollo del país y/o de nuevos negocios, en todo caso el crecimiento profesional y personal es un denominador común.
Todo esto lleva a la conclusión que comparten los abogados, que han realizado este postgrado. Tomar un curso de LL.M, sin importar la especialización, es un viaje que se debe considerar y una experiencia que puede marcar el resto de la vida de un profesional. El mundo laboral actual está definido por la competencia y si un abogado quiere sacar el mayor provecho de una herramienta que podría ayudar al resto de su vida profesional, debe planear no sólo el siguiente paso, sino el objetivo hacia donde este paso lo llevara.
Alicia Undurraga: Una de las partes más valiosas de la experiencia es la red de contactos. Yo me mantengo en contacto diariamente con mis profesores y compañeros.
Estudiar un LL.M es una experiencia que trae muchas recompensas, incluso si tiene sus propios costos. Pero eso es un tema para otro día......
La élite del derecho: Conociendo a los mejores
Lo que define a los mejores
Elite es una palabra que se usa en variados contextos y situaciones, tanto para objetivos personales, de un profesional destacado en algún ámbito, por ejemplo, como colectivos en oficinas, estudios o empresas que buscan reputación de excelencia, redes de contactos sólidas y socios o empleados que destaquen.
Todos quienes califican dentro de estos selectos grupos, lo hacen por destacar como los mejores en algún aspecto. Es evidente que la definición de quiénes son los más destacados varía entre países y depende de los requerimientos específicos en cada situación, ambiente o contexto. Pero para todos ellos, poder ser parte de un grupo de élite significa sin duda cumplir altos estándares, que dependen de formas y focos importantes para cada ámbito y lograr estar en lo más alto de los rankings nacionales e internacionales.
Sólo con referir al ámbito profesional específico de los abogados, que es el que nos compete, el concepto de élite toma diferentes nombres y características dependiendo del país o ciudad en que se analice. Sin embargo, pueden verse aspectos comunes en todos estos diferentes nombres, aspectos que apuntan a excelencia profesional y exigencia de estándares altos, políticas estrictas de selección, conocimiento y foco. Todos estos aspectos se repiten y garantizan en estos ambientes de élite. Acceder a ellos es un objetivo, logro y trabajo de actualización permanente y de alta dificultad.
Para empezar podemos ver el caso de las firmas White Shoe. Este término es usado en Estados Unidos para referirse a las mejores firmas de abogados, y también a los mejores institutos financieros de Wall Street. Las firmas legales White Shoe se dedican a variadas especialidades: práctica general, corporativa, investigación, gestión de bienes, entre otros. Lo que une a todas estas firmas es la búsqueda de la excelencia y contactos relevantes en el ejercicio profesional, así como por abogados de trayectoria destacada, con una larga historia y experiencia en el mercado, y una alta posición social y financiera dentro de Estados Unidos. Ellos son bien conocidos por el uso del Sistema Cravath, un sistema de reclutamiento para abogados que sólo permite el ingreso a esta clase de firma, de los más destacados alumnos provenientes de la Ivy League y las ocho principales Universidades privadas de EEUU, que la componen.
En Inglaterra existía un grupo muy reputado de oficinas legales llamado The Club of Nine, un grupo de nueve oficinas legales que decidieron hacer una alianza y no competir por profesionales. Sin embargo, esta alianza terminó disolviéndose después de que sus ventas empezaran a decaer, debido a las deficiencias de las relaciones comerciales y falta de competencia entre ellas. Luego de desaparecer este grupo, y de manera informal, (llamadas así por periodistas) se generó el Magic Circle. Firmas legales que se especializan en ley corporativa, tienen oficinas alrededor del mundo, pero su sede siempre se ubica en Londres. No existen alianzas oficiales entre ellas. Como oficina, entrar en el Magic Circle es cuestión de reputación, reconocimiento y ganancia, por lo que si una firma empieza a decaer en cualquiera de estos ámbitos dejará de ser considerada parte del grupo.
Cruzando el Atlántico, existen también las Seven Sisters, un grupo de siete firmas legales que históricamente han dominado el mercado en Canadá y cuyas sedes están ubicadas en Toronto. El término fue creado por John Alexander Black, el fundador de la revista Lexpert (revista canadiense de noticias legales), para las oficinas más reconocidas a nivel del país. Contrario a los otros dos grupos, estas firmas canadienses tuvieron una historia más turbulenta. Durante la década de los 2000 y los 2010 las firmas que formaban las Seven Sisters sufrieron problemas económicos o se fusionaron entre ellas lo que causó que varios medios empezaran a preguntarse si el término seguía siendo relevante. Su fortuna cambió en la década del 2020 donde pasaron a dominar, los mayores rankings de las empresas legales de ese país.
White Shoe Este término es usado en Estados Unidos para referirse a las mejores firmas de abogados, y también a los mejores institutos financieros de Wall Street.
Las consecuencias de ser élite
Esta tradición de dar diferentes nombres, a los grupos más destacados de desarrollo profesional legal, se repite en varios continentes. Destaca en Australia el grupo los Big Six como la unión de las mejores firmas antes de la disolución del grupo en 2012, el Red Circle en China y los Big Five en Japón, y también aparecen como respuesta o competencia para los grupos más conocidos, como el Silver Circle en Inglaterra que denomina a las firmas nacionales destacadas que rivalizan con las del Magic Circle, pero sólo a nivel nacional.
Es importante entender que todos estos nombres son dados por la prensa y rankings internacionales y no responden a alianzas establecidas por las oficinas de abogados. Es por esto que ser considerado como parte de “los mejores” está basado en una destacada reputación y éxito profesional reconocido por medios locales o internacionales. Los diversos rankings internacionales que avalan estos éxitos y buenas prácticas, son por ejemplo: The Legal 500 (encuesta de opinión a clientes de oficinas de abogados en Londres para 150 países) Chambers and Partners, (Compañía independiente de ranking legal en UK) Best Lawyers (opinión de pares más destacada a nivel mundial) y Leading Lawyers (en Chile elaborada por Idealis), entre otros, que han profesionalizado a través de consultas directas a los clientes o pares de estas firmas, las escalas y parámetros de evaluación, así como las especialidades para formar parte de ellos.
Una vez dentro de este círculo selecto, mantenerse es una de las mayores tareas a las que se ven enfrentados estos grupos de profesionales. Por esto, para quienes quieran trabajar en este tipo de oficinas, conocer estos grupos y sus focos y exigencias a través de los parámetros de los rankings, es una base obligatoria. Al igual que la correcta vía de especialización y redes de contacto que puedan aportar a cada uno de estos lugares, que se transforman en pilares estructurales de su calificación.
Ser parte de los mejores no solo requiere experiencia, una firma debe tener los resultados y la reputación para ser considerada élite
Para ser parte de la élite tu oficina debe tener resultados y reputación. Pero el mundo de los negocios siempre está avanzando y aquellos que son los primeros ahora no tienen su puesto asegurado
Inglés, la herramienta que abre puertas en el ejercicio del derecho
Un mundo globalizado
En un mundo tan globalizado como el actual, el ejercicio de las diferentes carreras está cada vez más definido por la capacidad de sus profesionales de establecer conexiones y relaciones entre diferentes países, culturas y personas. Esta comunicación global se hace cada día más cotidiana y necesaria. Y el mundo del derecho no es una excepción. Las firmas y grandes empresas que requieren de servicios legales firman alianzas internacionales y/o tienen sedes, negocios e incluso personal en países distintos a su lugar de origen. Ahí es donde entra una herramienta potenciadora, de creciente importancia en el desarrollo para los abogados: el inglés.
Las estadísticas muestran que este idioma es el más utilizado en el mundo de los negocios y en la mayor parte de los medios escritos, audiovisuales, bibliografía y publicaciones sobre temas y casos legales.
De acuerdo a Statista.com (sitio internacional especializado en estadísticas en 50 países) durante el año 2021, si bien el idioma inglés no era el que más parlantes nativos tenía, era sin dudas el más hablado en el planeta como segundo idioma con cerca de mil trescientos cincuenta millones de angloparlantes alrededor del mundo.
Varios estudios señalan que un creciente número de empleos piden inglés, mínimo un nivel intermedio de dominio del idioma. Este porcentaje llega en el 2021 a un 64%. De ese 64%, un 35% demanda inglés avanzado. Para comprobar el desarrollo de esa capacidad lingüística, hay en el mercado una serie de tests, con diferentes enfoques, desde académicos a profesionales, pagados o gratuitos, con o sin certificación. Entre ellos destacan el IELTS, TOEFL, TOEIC y Duolingo, entre otros.
Sin embargo, los abogados muchas veces no incluyen el aprendizaje del inglés y su certificación dentro de sus currículos como norma. A pesar de que este idioma es una herramienta que puede ofrecer variadas potencialidades, la tendencia es a estudiar este idioma y a hacer estas pruebas sólo como respuesta a un requerimiento específico y no a un desarrollo personal que enriquece y potencia el desarrollo profesional por las razones antes descritas.
Esto probablemente se deba a que la situación del dominio del inglés, revela en este punto un problema que aqueja a muchos países de nuestra región. Aunque los sistemas educacionales invariablemente tienen algunos cursos de inglés, se realizan como complemento aislado y en forma muy básica, por lo que el dominio del idioma que la población tiene es pobre en un porcentaje significativo.
Si miramos los seis niveles de inglés que están acordados en la comunidad internacional, desde el A1 (el nivel más básico) hasta el C2 (el nivel más avanzado)podemos comprobar que, de acuerdo al estudio de la empresa chilena Políglota, el 72% de nuestra población no es capaz de hablar inglés más allá del A1.
Education First (Mayor empresa de educación mundial de idiomas en el globo), realizó un estudio durante el año pasado que muestra una realidad aún más extrema en países como México donde los resultados mostraron que menos del 10% de la población puede hablar inglés a nivel A1, porcentaje que va incluso en descenso a lo largo de los últimos años. Statista.com estuvo de acuerdo con estas indicaciones como revela una investigación hecha el 2021 en la que se realizó una prueba para medir el nivel de inglés en varios países del continente americano. Esta prueba tiene un total de 800 puntos y obtener más de 550 puntos significa que el país posee un dominio avanzado del idioma, México terminó último en el promedio ponderado con un puntaje de 436. Además, demuestra una gran desigualdad entre las ciudades en la educación en este idioma, con más de 100 puntos de diferencia entre diferentes ciudades.
Education First también expone el caso de Colombia que, según los estudios del ranking sólo alcanza el puesto 17 de 19 países latinoamericanos donde testearon el nivel de inglés, el año 2020 y el puesto 77 de 100 a nivel mundial. El estudio hecho por Statista.com para evaluar el inglés de las distintas naciones en América demuestra que Colombia estuvo en el antepenúltimo lugar, superando sólo a Ecuador y México con un promedio de 465.
Actualmente el 72% de la población chilena solo es capaz de hablar inglés a nivel A1
La educación: Parte del problema y clave para la solución
A pesar de estas conocidas estadísticas, los sistemas universitarios de estos países no han sido capaces tampoco de nivelar esta carencia y/o mostrar la importancia comunicativa y de manejo de información de esta herramienta. Las estadísticas muestran que los profesionales instruidos en el sistema de educación superior tienen un nivel bajo en el dominio del idioma.
De hecho, los niveles declarados por los abogados registrados en Work On Law de variadas Universidades del sistema, son reflejo de esta realidad. Declaran que dominan inglés en nivel avanzado sólo un 27% de los postulantes, y los porcentajes promedio más bajos corresponden a aquellos que lo dominan a nivel básico que llega a un 7%, los cuales admitieron no poder ser capaces de mantener una conversación, y menos de un 2% de estos profesionales se declararon bilingües. Esto demuestra que, si bien las escuelas de Derecho dan acceso a algunos cursos de inglés, no hay un foco desarrollado en educación, en este ámbito.
Probablemente, es una combinación de todos estos factores la que lleva a que los abogados en su mayoría no inviertan tiempo en adquirir esta herramienta para potenciar su desarrollo profesional y expandir sus posibilidades laborales. La falta de uso práctico al tratar con legislación nacional y la falta de este foco en las instituciones educativas probablemente agravan la percepción de que el inglés es sólo un nicho especializado y no una habilidad de crecimiento.
Para empezar, desde el punto de vista técnico el principal negocio para un abogado bilingüe está en el ámbito del derecho internacional. En el desarrollo de esta especialidad, un profesional ya no puede carecer de esta herramienta, dado que tendrá que estar al tanto de varias fuentes de información e interactuar con muchas personas con las que probablemente no va a compartir un idioma. Pero este punto de vista técnico no cubre todas las ofertas que un abogado puede recibir ni tampoco puede abarcar todas las oportunidades que un profesional en el ámbito legal puede obtener.
Una posibilidad obvia de especialización que requiere inglés es cursar un LLM. Los Másters en Leyes sólo se pueden considerar si una persona tiene un nivel avanzado en este idioma. Cualquier abogado que ha tenido la oportunidad de estudiar un LLM puede atestiguar que este postgrado tiene muchas especializaciones y pocas están relacionadas directamente con el ámbito legal internacional. Hay varias razones por las que un abogado querría estudiar un LLM, incluso si no está interesado en especialidades que necesiten otros idiomas, tales como mayores oportunidades de trabajo, la oportunidad de especialización en algún área o el desarrollo académico.
El uso del inglés tampoco está limitado al ámbito educativo. Como se expuso anteriormente la estadística de que el 64% de las empresas chilenas demandan cierto nivel de inglés de parte de los empleados también afecta directamente a los abogados, ya que muchas empresas requieren servicios o consejos legales que sólo un profesional bilingüe les puede dar, ya sea a través de la comunicación con los representantes de otras empresas o a través de la investigación e información de las leyes y/o empresas internacionales.
Nuestro mundo actual está definido por la interconectividad: entre los países, entre las culturas y especialmente entre las personas. Eso define potenciales y oportunidades en forma radical hoy en todos los aspectos y para todas las profesiones. El inglés como herramienta es una puerta que puede expandir los horizontes de todos aquellos que lo practiquen.
Es por esta misma razón que, aunque un profesional del derecho puede no estar motivado a aprender inglés aún, todavía existe la posibilidad de expandir sus habilidades y abrir nuevas puertas en un mundo interconectado y crecientemente demandante de profesionales bilingües.
El estudio de Education First revela que los niveles de inglés de México y Colombia son pobres y van en descenso.
Actualmente el 64% de los trabajos de calidad en Chile, y el 50% en México requieren inglés a pesar de la falta de conocimiento en el idioma.
Una barrera entre el hogar y el oficio- La ley que busca dar el primer paso
Un cambio en la forma que trabajamos y vivimos
Una persona no trabaja con el objetivo de trabajar, sino que para mejorar su vida. Pero las circunstancias actuales han cambiado la forma en que nos relacionamos con nuestro trabajo, la modalidad en que lo realizamos y como interactuamos con las personas con las que compartimos responsabilidades.
Los límites con nuestra vida personal se hacen cada vez menos claros, por lo mismo, uno de los aspectos que más ha cambiado es el ambiente en que uno se desarrolla. Esto es inevitable, debido a que hoy en día una gran cantidad de personas hacen todo su trabajo desde su hogar. Aunque tiene sus beneficios, este formato requiere un cambio en la mentalidad de los trabajadores, para también resguardar otros aspectos de su vida.
Estos cambios han causado que nuevas discusiones sobre cómo la ley debe afrontar esta nueva situación surjan alrededor del mundo. Y fue en estas circunstancias que surgió una ley llamada El Derecho a Desconectarse.
Para algunos esta legislación no es nada nuevo, la idea de que los trabajadores tenían el derecho a desconectarse de su trabajo después de las horas establecidas, y que una ley para proteger ese derecho debe existir, surgió en Francia. Cuando un conductor de ambulancia decidió que no contestaría el número de su trabajo fuera de horario, no se imaginaba el impacto que tendría su decisión en su carrera y en el resto del mundo.
La empresa decidió despedir al conductor lo que llevo a un caso judicial que terminaría llevando a la Corte Suprema Francesa a mandatar que “ningún empleado está obligado a aceptar trabajo desde su casa o traer sus herramientas o papeleo del trabajo”. Por lo tanto, se llegó a la conclusión de que el conductor no había infringido ninguna obligación y la corte votó a su favor. Esto llevó a lo que se llamó la Ley El Khomri la cual estipuló en el Código Laboral Frances que todos los trabajadores tienen el derecho a ignorar cualquier comunicación de sus empleadores una vez que terminen sus horas de labor.
19 años más tarde a través de todo Europa hay variaciones del Derecho a Desconectarse, pero esta ley surgió como tema de conversación una vez más debido a la pandemia causada por el COVID-19 y por su implementación en Ontario, Canadá para combatir los efectos del agotamiento que nacieron por trabajar en la casa.
Muchos empleados deciden renunciar específicamente porque creen que su ambiente laboral ya no es sano, incluso cuando algunas empresas les ofrecen mayor paga para compensarlos.
El primer paso: El más difícil
La ley dicta que todas las empresas que tengan más de 25 trabajadores deben abrir un diálogo con aquellos empleados para definir en qué horas terminaría su jornada para que no reciban ninguna clase de comunicación por parte de la empresa o relacionada con su trabajo.
En teoría esto significa que los empleados dejan de trabajar una vez que termine su horario, pero muchas personas han notado que la ley tiene problemas que les impide combatir el cambio del trabajo en casa.
No hay nada que realmente detenga a un empleador para que decida que las horas fuera del trabajo, sean en un horario que no se ajuste a las necesidades del trabajador y para muchos que dejen de comunicarse con la empresa no significa nada ya que para ellos trabajar significa conectarse con algún cliente en la noche.
Muchos abogados y jefes de empresas pequeñas también sienten que la ley no los protege, porque deben estar conectados constantemente con los clientes, muchos de los cuales no están dispuestos a hablar a través del día sino en un horario fuera de las horas de trabajo.
Hay varios elementos que la ley no logra cubrir y no es una solución perfecta, pero tampoco debe serlo. La pandemia tuvo varias consecuencias en nuestra sociedad y ninguna ley, sin importar en cuántas situaciones se pueda aplicar, va a poder solucionar todos los problemas laborales que han surgido debido al COVID. Lo que sí se puede hacer es empezar la discusión y los proyectos necesarios para que los empleadores y empleados se adapten a este nuevo sistema.
Porque aquí no hay sólo un problema legal sino también uno de mentalidad, para muchos empleados desconectarse del trabajo es asociado con pereza y es parte de la cultura del trabajador hacer lo que quiere el cliente y conseguir resultados es lo más importante.
Pero el agotamiento que trae trabajar desde la casa es un problema real, sin el tiempo necesario para salirse del ambiente laboral los empleados encuentran que se vuelve cada vez más difícil desconectarse de sus pantallas y muchos deciden renunciar específicamente porque creen que su ambiente laboral ya no es sano, incluso cuando algunas empresas les ofrecen mayor paga para compensarlos. Crear barreras entre el trabajo y los trabajadores se ha vuelto una parte clave para mejorar la productividad en el trabajo en casa.
Uno no vive para trabajar mejor, sino que trabaja para vivir mejor. Los cambios que ha causado la pandemia son más grandes de lo que puede abarcar una sola ley, pero esta ley es el primer paso para crear un ambiente que ayude a los empleados a trabajar en sus casas.
La pandemia tuvo varias consecuencias en nuestra sociedad y ninguna ley, sin importar en cuántas situaciones se pueda aplicar, va a poder solucionar todos los problemas laborales que han surgido debido al COVID.
Canadá se convirtió en el primer país de América en adoptar el Derecho a Desconectarse, abriendo el paso a la discusión de la implementación de esta ley en el resto del continente.