El valor de la apariencia

“Una imagen vale más que mil palabras” … esta frase, que indica que ver algo, deja una impresión mucho mayor que oírlo. Cuando un paciente ve a una persona en bata blanca, confía su salud, diagnóstico y tratamiento a ella, entendiendo de inmediato que se trata de un doctor que sabe cómo ayudarlo. Un diseñador o arquitecto se espera estén vestidos con ropa vanguardista y a la moda, representa conocimientos de nuevas tecnologías y tendencias. En cuanto a los abogados es especialmente importante dar sensación de seguridad y privacidad, debido a que lidian con información confidencial, problemas y objetivos de personas, empresas y entidades en múltiples planos y aspectos. Es así como el traje formal para los profesionales legales se transformó en sello y en imagen de trabajo serio y productivo dando la impresión de que el profesional que lo usa es la persona ideal para la defensa o trabajo requerido.
Los abogados han comenzado un debate acerca de sí el actual código de vestimenta sigue siendo tan necesario como antes y sí los beneficios que conlleva son justificados o incluso existen en el escenario actual.
Este cambio que se ha ido gestando a lo largo de este último período se acentuó fuertemente después de la pandemia. Para verificar esta tendencia, Work On Law, realizó una encuesta referida al tema y de los abogados que la respondieron el 70,5% afirmó que su oficina no tenía un código de vestimenta formal, mientras que sólo el restante 29,5% señaló que su oficina mantiene un reglamento específico al respecto.
Sin embargo, la mayoría de ellos tiene claro la obligatoriedad de un código formal de indumentaria en las Cortes de Justicia. Eso no ha cambiado y sigue siendo una parte importante de la imagen de los profesionales del derecho hacia sus clientes en estas instancias y formalidad requerida para litigar como parte importante de su desarrollo profesional.
La discusión principal se genera, no sobre si el código de vestimenta no debe ser administrado, sino sobre cuándo y dónde debe aplicarse.

Aquellos profesionales que siguen apoyando el uso de un tipo de indumentaria formal de modo permanente, dan como argumentos principales para fundamentar su decisión:
• La relación directa con la importancia que los clientes le dan a la imagen que tienen de los abogados. Sostienen que la formalidad en su imagen les ayuda a acercarse a ellos y a generar una relación de confianza y por lo tanto a conseguir mayor cantidad de casos y clientes que representar.
• La reputación de la imagen profesional como grupo, lo que se aborda desde dos puntos de vista: primero como imagen de unidad de un estudio en que todos sus profesionales, no importando la especialidad que ejercen, abordan el trabajo de forma profesional y responsable y lo representan a través de ese tipo de vestimenta e imagen. En segundo lugar, se aborda el tema como grupo disciplinar, indicando que la percepción generalizada y transversal, tiene que ver con un tipo de vestimenta específica, igual en todas partes del mundo y definitivamente formal.
Por el otro lado aquellos que no están a favor de mantener un código de vestimenta tienen sus propios argumentos acerca de porqué un estándar estricto en este tópico no ayuda a los profesionales:
• Refieren que el teletrabajo ha reducido el contacto directo con el cliente y esta nueva modalidad ha bajado el impacto específico de la ropa en la imagen, volviendo obsoleto el código relacionado a este punto. También argumentan que poner el foco en la apariencia del abogado, produce un efecto secundario: se prioriza una manera de vestir a la real capacidad del profesional para asumir la tarea.
• En segundo lugar, afirman que la confianza hacia los profesionales dada por los empleadores fomenta un mejor trabajo y desarrollo profesional. Esto incluye la forma de vestirse y de mostrarse como cada uno es y se percibe, sin que esto se transforme en reflejo o juicio de la eficiencia y calidad del trabajo que realiza.

La reducción en el uso de vestimenta obligatorio resultó en un debate acerca de su importancia


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Una decisión con varías alternativas

A pesar de estas diferencias y la marcada existencia de estos dos grupos, un 75,8% del total de encuestados cree que debe haber cambios en la forma de aplicación de este código. Hacen notar que la forma actual se ha vuelto rígida hasta el punto de ser poco práctica, por lo que se debe flexibilizarse para permitir una mayor libertad a los profesionales. Muchos de ellos, remarcaron que elementos como la corbata, ya no era necesaria para el día a día. Y definitivamente la opinión general se mantiene firme en cuanto a que la vestimenta dentro de los tribunales debe permanecer formal como siempre.
Incluso dentro del segundo grupo, sólo el 16,8% opina que se debería remover el reglamento de tipo de vestimenta en su totalidad. Sus opiniones apuntan a que actualmente se ha desarrollado una nueva clase de actitud de parte de empresas y clientes, una que valora más la aptitud y los resultados de un profesional que su apariencia. También hacen notar que muchas oficinas en el mundo están abandonando la norma y aquellos que no lo hacen están recibiendo críticas por la falta de capacidad para adaptarse, señalando que el abandono del código de vestimenta es un signo de los tiempos, casi inevitable.
Aun así, esta última no es una opinión popular. Cuando se le preguntó a los encuestados por la importancia del código de vestimenta en el ámbito profesional, con escala del 1 al 5 y donde el 1 representaba que no tenía ninguna importancia, el 3 dependiendo de la ocasión y el uso y el 5 representando una postura vital, el 41,3% votó por el 3, mientras que sólo un 8,9% eligió la opción 1.
Es evidente que no hay respuesta correcta o equivocada sobre el tema, sino que puntos de vista que dan cuenta de un período de cambio, en muchos aspectos dentro de los que también se encuentra la ropa que usa un profesional. Entonces debemos preguntarnos ¿Aplica para este tema el que una imagen vale más que mil palabras? O ¿Representa un caso en que la acción es más importante que la apariencia? Esto es algo que deben decidir las oficinas tarde o temprano. Es un aspecto más, que la fuerza de la pandemia impuso al ambiente legal, en la que como en muchos otros aspectos y profesiones, la uniformidad dejó de ser algo impuesto y las diferencias toman fuerza. Todo depende de la dirección a la que se quiera ir y cómo se quiera mostrar al mundo.

A pesar del debate acerca de su necesidad la mayoría de las oficinas concuerdan con que tiene varios beneficios

La decisión entre apoyar a la unidad del equipo o poner mayor confianza en los abogados no es una decisión fácil pero es una que los todas las empresas deberán realizar tarde o temprano.