La antigüedad de la ley


El mundo del Derecho, como todas las áreas profesionales y disciplinarias, en una sociedad como la que nos está tocando vivir, con enormes cambios e incertezas, obliga a los estudios de abogados a una constante y feroz competencia para probar que son los mejores del mercado, en cada una de las especialidades, por lo que están constantemente buscando nuevos profesionales que se destaquen y que añadan mayor valor a cada firma legal. Hasta hace poco tiempo los grandes estudios podían atraer a los talentos que necesitaban. Sin embargo, esos talentos tan requeridos, han cambiado mucho su comportamiento y preferencias profesionales, dando un giro en dónde y cómo quieren trabajar. A qué se debe esto: ¿Producto de la pandemia?¿Generaciones con otras metas y prioridades?. Por el momento las razones no se han determinado, pero hay una serie de hechos, que aportan a este nuevo escenario, aún cambiante.

Recientemente estudios han determinado que los profesionales de las generaciones millennials y generación Z no sólo son los profesionales que más rotan entre trabajos, sino también se ha señalado que solo un 25% de ellos buscan trabajar en firmas de abogados, el resto centra su quehacer profesional en empresas. Hay varios elementos que influyen en estas nuevas preferencias, pero el elemento más común detrás de esto es efectivamente un cambio de foco que refiere a las diferentes  posibilidades, valores, beneficios, relaciones e imagen que les da cada trabajo a ellos y para un camino que consideran deben trazar a partir de sus habilidades, gustos y expectativas:

Una de las demandas y características más valoradas, dentro de este cambio de foco, es la flexibilidad: Ya sea a través de horarios, trabajo remoto, o la posibilidad de un buen equilibrio entre la vida laboral y la vida personal. En su valoración, argumentan que hay varias razones por las que estos beneficios son importantes: en cuanto al teletrabajo por ejemplo, señalan que su uso no sólo salvó a muchas empresas durante la pandemia, sin impactar la productividad, y además, hacen más compatible con la vida laboral, el cuidado de los niños, las comidas familiares, el desarrollo de un deporte o hobbie, entre otros. De hecho, este equilibrio entre lo laboral y lo personal es uno de los puntos más importantes a la hora de decidir por un trabajo. El reciente informe de la IBA (International Bar Association) sobre la generación profesional actual concluyó que al 71% de los menores de 25 años les preocupa encontrar el equilibrio entre la vida personal y profesional, al 43% la falta de oportunidades de crecimiento y al 36% las conductas inapropiadas en el ámbito laboral, así como la sobresaturación del mercado. Lo que demuestra que la flexibilidad al momento de elegir para los postulantes, es prioritaria, tanto, como para que un profesional elija no tomar un trabajo si puede.

Otro de los nuevos focos centrales al momento de elegir dice relación con oportunidades de desarrollo con focos muy distintos a los tradicionales. Generalmente un buen sueldo, es importante, pero ya no es el foco principal, ahora hay dos aspectos que parecen ser mucho más relevantes a la hora de tomar decisiones: El primero es networking, o contactos, para poder destacarse y poder hacer conexiones que los puedan ayudar en el futuro al buscar otros empleos o avanzar en su carrera, lo que ya no es considerado un problema. El segundo es el desarrollo de nuevas habilidades, que es la principal razón por la que las nuevas generaciones tienden a cambiar de trabajos. Lo que la mayoría busca es experiencias novedosas que ayuden al desarrollo de habilidades propias dentro de sus carreras, y para volverse mejores abogados en su propia forma, y consecuentemente, conseguir mejores puestos de trabajo en el contexto que a ellos más les acomoda, en el futuro.

Desde tiempos remotos, la ley como un pilar de la estructura de las sociedades humanas  ha tenido un papel esencial en la historia, y hoy nos adentraremos en las raíces de una de las ocupaciones esenciales de la sociedad moderna: el abogado.

Las legislaciones que determinan lo que los individuos pueden o no pueden hacer como partícipes de una sociedad son tan antiguas que son casi parejas con las entidades que llamamos Estado. Entonces podría sorprender que la profesión de abogado, como representante para defender los intereses de individuos ante gobernantes y estados o simplemente otros individuos sea significativamente reciente en comparación.

Para encontrar los primeros vestigios de la profesión legal debemos remontarnos a la civilización del Antiguo Egipto, alrededor del 2700 a.C. En esta antigua sociedad, los pleitos y disputas surgían con regularidad, y las partes involucradas necesitaban de intermediarios para resolver sus diferencias. Los primeros jueces eran sacerdotes y funcionarios que interpretaban las leyes y actuaban como asesores jurídicos.

De acuerdo con los hallazgos arqueológicos, el primer código legal escrito que se conoce de la historia es del reinado del Rey Hammurabi de Babilonia, el Código de Hammurabi, escrito en piedra en el año 1750 A.C. Es en este mismo código, donde por primera vez se acuñan conceptos de jueces y tribunales, que reemplazaron a los sacerdotes en la decisión sobre culpabilidad o inocencia de un individuo. Se basa en la ley del Talión, que aunque actualmente sería considerada brutal, en ese tiempo fue progresiva e innovadora al contener la respuesta reglada a una venganza, y se considera la primera aproximación de justicia en la historia. No por nada algunas de sus premisas como “ojo por ojo, diente por diente”, son usadas como dichos hasta nuestros días.

En la antigua Grecia, durante el siglo V a.C., se produjo un avance significativo en la evolución de la profesión legal. Aunque no existía una categoría de abogados en el sentido moderno, se reconocían a los “rhetor” o retóricos, que eran maestros de la oratoria y asumían la tarea de defender a personas acusadas de delitos. El más relevante de ellos y para muchos el primer hombre en asentar las bases de la profesión legal fue Pericles, quien nació el año 495 A.C y entró en el mundo de la política y la retórica al servicio de ciertos ciudadanos (que hasta ahí debían autorrepresentarse) el año 472 A.C. 

No sería hasta el año 204 A.C en la antigua Roma cuando el Emperador Tiberio Claudio César Augusto legalizó el pago a oradores que defendían a los acusados, creando oficialmente el cargo de los “advocati”, que eran ciudadanos instruidos en derecho que se especializaban en representar a otros ante los tribunales. 

El resto es historia, durante la Edad Media y con el declive del Imperio Romano, la práctica legal se volvió menos estructurada. Sin embargo, en algunos lugares, especialmente en Italia, surgieron los primeros gremios de abogados. Estas asociaciones promovían la regulación y estandarización de la profesión y actuaban como una especie de colegio que supervisaba y regulaba la actividad legal. 

Los orígenes de la ley se remontan hasta el 2750 A.C mientras que los primeros abogados no serian legalizados hasta el 204 A.C

Los abogados de Latinoamérica 

Uno de los hitos más significativos en la historia de la profesión de abogado se produjo en Inglaterra en el siglo XVI. Durante el reinado de Isabel I se estableció el sistema de abogados como lo conocemos hoy en día. La Inns of Court (Colegios de Abogados) fueron fundadas en Londres y se convirtieron en centros de educación legal y formación de futuros abogados.

Esta historia Asiático – Europea es la que da origen a la actual historia de los abogados en nuestro continente. El encuentro entre el mundo europeo y las civilizaciones indígenas en el siglo XV y XVI trajo consigo la imposición del derecho español y el sistema jurídico colonial. 

La figura del “Real Patronato” otorgaba a la Corona española el derecho de intervención en los asuntos eclesiásticos y civiles. Antes de la llegada de los europeos, las sociedades indígenas en Latinoamérica tenían sistemas jurídicos propios y variados. Estos sistemas estaban basados en tradiciones orales y culturales, y en algunos casos, se regían por códigos y normativas establecidos por líderes y consejos.

A fines del siglo XVIII y principios del siglo XIX, es cuando empiezan a aparecer los grandes juristas y abogados de nuestro continente, coincidente con el momento en que la mayoría de los países latinoamericanos obtuvieron su independencia de España. Este período de independencia trajo consigo la necesidad de establecer sistemas legales propios y consolidar las bases del derecho en cada país, los que comenzaron a redactar sus propias constituciones y códigos legales. Muchos de ellos influenciados por los ideales de la Ilustración y las revoluciones europeas. Fundamental fue el papel que cumplió el abogado don Andrés Bello, Venezolano, en este sentido, en cuyo código civil del año 1835 se basan la mayor parte de los códigos de los países de esta región.

El primer abogado de la Capitanía General de Chile, recibido en la Universidad de San Felipe en 1788 fue Hipólito Francisco de Villegas, miembro activo en la Guerra de la Independencia y cuando ganaron los patriotas, se convirtió en el primer Ministro de Finanzas. Otro inolvidable fue Arturo Prat, mártir de la guerra del Pacífico, en cuyo honor se instauró el Día del Abogado por cumplir 147 años de su juramento en esta profesión, y Matilde Throup, como la primera mujer en conseguir el título de abogada en Chile y Sudamérica y la tercera mujer en conseguir un título profesional desde la promulgación del decreto Amunátegui (1877), que permitía a las mujeres obtener títulos profesionales.

En Colombia hay un duro debate de quién es su primer abogado, debido a la Universidad en que estudiaron, José Miguel Pey, colombiano que se recibió en 1786 en la Universidad de Salamanca y Jorge Tadeo Lozano, ocho años después pero de la Universidad Santo Tomás de Bogotá. Destaca en ese país además Rosita Rojas Castro, quien no solo se convertiría en la primera abogada de Colombia (1942), sino también en la primera jueza y primera mujer en obtener un doctorado en ese país.

Antes que ella a fines del s XIX en México, María Asunción Sandoval, se transforma en la primera mujer en conseguir el título de abogada de ese país, donde es relevante nombrar entre otros destacados a Benito Juárez, abogado, el presidente número 26 de México y el primer presidente indigena. Esta profesión es tan importante para el país, que la razón por la que celebran el día del Abogado no se debe a las contribuciones de un individuo en particular sino a que en 1553, se fundó la primera cátedra para la enseñanza del Derecho, la cual el mismo año se convertiría en la Real y Pontificia Universidad de México.

El siglo XX marcó la entrada en una nueva era para la profesión de abogado en el mundo. La tecnología y la globalización permitieron una mayor conectividad y acceso a información legal. Los abogados se especializan en áreas específicas del derecho, y surgieron nuevas ramas legales, como el derecho de la propiedad intelectual y el derecho tecnológico. Hoy en día, la profesión de abogado continúa evolucionando y adaptándose a los cambios sociales y tecnológicos. Desde la antigüedad y hasta nuestra historia en Latinoamérica, los abogados desempeñan un papel crucial en la defensa de los derechos y la justicia en nuestras sociedades modernas.

Varios abogados han tenido una parte muy importante en como se han desarrollado los múltiples países de Latinoamérica 

Hay muchas formas de ser abogados actualmente pero siempre es bueno recordar como empezó este ámbito laboral