Periodo de luto
Con gran pesar, pero sin sorpresa, el mundo y en especial los católicos recibieron la noticia de la muerte del Papa Francisco. Un hombre que, a pesar de su frágil salud, trabajó y se acercó a la gente hasta sus últimas horas de vida.
Ya hace algunas semanas y a raíz de su precario estado, publicamos un artículo sobre los pasos e implicaciones legales de la elección de un nuevo Papa y el Cónclave de Cardenales que la define.
Sin embargo, entre la muerte de un Papa y la elección de su sucesor, hay un largo período, llamado de Sede Vacante, expresión latina para indicar el momento entre la muerte y la elección de dos papas. Su significado literal es el de sede vacía y refiere a la falta de sucesor de Cristo en la tierra dirigiendo a la Iglesia Católica. Este tiempo es un tiempo de luto, pero de mucha tarea y repleto de situaciones definidas por el Derecho Canónico que entran en operación, para mantener la estabilidad a pesar de la falta de soberano.
Durante este período, la administración de la Iglesia Católica en el Vaticano pasa a dos importantes instituciones eclesiásticas y bajo la estricta definición y limitación de la ley canónica. Primero, el cardenal Camarlengo, que es un título de dignidad entre los cardenales de la Iglesia Católica, presidente de la cámara Apostólica y que es quien se encarga de gestionar los asuntos urgentes y de preparar la elección del nuevo pontífice, es decir el Cónclave. Junto con él, el Colegio Cardenalicio, que mantiene sus funciones consultivas y de liderazgo en cada zona a la que rigen desde el punto de vista religioso, para mantener la continuidad del gobierno eclesiástico y aseguran la continuidad de la gobernanza. Su principal tarea en este período es sin duda la participación en la organización del Cónclave y elección del nuevo Pontífice.
Este período inicia con la ceremonia de la Destrucción del anillo del Pescador, sello del Papa muerto. El Camarlengo, actualmente su eminencia cardenal Kevin Farrell, irlandés, administrador de bienes e ingresos de la Santa Sede y quien asume en parte importante el gobierno temporal durante este período, es quien realiza este rito. Tras el fallecimiento del Santo Padre, el Camarlengo declara “Vere Papa mortuus est” (latín para “El Papa está realmente muerto”) y luego destruye el anillo con un martillo de plata. Este anillo, símbolo del poder Papal cierra el “reinado” del Pontífice.
Una de las primeras tareas urgentes del Camarlengo sin duda es la organización del funeral de Estado que corresponde a un Papa, coordinando con autoridades vaticanas y extranjeras, preparando ceremonias e invitados, el velatorio, la misa y entierro. Estos pasos incluyen una serie de ritos, regidos por ley canónica, como la quema de algunos documentos personales del Papa y la colocación de monedas de oro, plata y bronce en su ataúd. Una moneda de oro por cada año como Papa, una moneda de plata por cada mes de un año inconcluso y una moneda de cobre por cada día que no completó un mes.
¿Qué es lo que pasa cuando un Papa muere?
Nihil innovetur
Desde el punto legal canónico el criterio que rige este período es el de “nihil innovetur”, es decir un status quo, que permita el funcionamiento de la Iglesia, pero no cambios o reformulaciones que sean estructurales. Esto es importante porque la fuente de la confianza que se le da al Colegio de Cardenales durante este periodo de transición se le otorga debido a su presencia y autoridad como una entidad neutral. Sí se llegara a implementar algún cambio, el Colegio de Cardenales perdería la capacidad de estabilizar un período difícil dentro de la Iglesia.
Este sistema basa su solidez en la Constitución Apostólica Universi Dominici Gregis, cuyo mandato le entrega la confianza al Colegio de Cardenales con el mandato de que dicha institución no tiene la autoridad para hacer actos de disposición sobre los derechos de la Sede Apostólica y de la Iglesia Romana, ni tampoco puede modificar las leyes emanadas por los Romanos Pontífices.
Del mismo modo, muchos individuos se ven afectados por la muerte del Papá, ya que según la Constitución Apostólica todos los Jefes de los Dicasterios de la Curia Romana, tanto el Cardenal Secretario de Estado como los Cardenales Prefectos y los Presidentes Arzobispos, así como también los Miembros de los mismos Dicasterios, cesan en el ejercicio de sus cargos y no se podrán elegir nuevos hasta que el siguiente Papa sea elegido.
A la salida de todos esos cargos, esta Constitución, actúa como guía durante este periodo, especialmente en cuanto al Cardenal Camarlengo, a quien le da autoridad sobre la Santa Sede y la Cámara Apostólica, para asegurarse de que se mantenga la estabilidad en la Iglesia durante este periodo. Su decisiones sobre ambas organizaciones están encargadas de mantener el equilibrio y neutralidad, ya que la obligación y el derecho del Camarlengo es asumir liderazgo sobre todas las administraciones dependientes de la Santa Sede, las relaciones sobre su estado patrimonial y económico, y juntar las informaciones sobre los asuntos extraordinarios que estén eventualmente en curso a través de un delegado.
La muerte del Papa Francisco es un luto, pero no una sorpresa, debido a su avanzada edad y a sus problemas de salud. Pero la experiencia, normativa legal canónica y tradición de la Iglesia Católica la preparan para estos períodos de incertidumbre. En la época de la Sede Vacante, la estabilidad es el nombre del juego y cuando se debe elegir a quien será una de las personas más poderosas del planeta, el marco institucional, sobre todo en estas dimensiones, cobra una importancia basal. Así como se habla del Camarlengo y el Colegio Cardenalicio como actores principales, el Derecho Canónico es uno de los actores más importantes, aunque sea como personaje invisible.
La Iglesia se prepara para una nueva era.
El periodo de la Sede Vacante puede que no cambie nada, pero es vital para mantener a la Iglesia Católica lista para la llegada del nuevo Papa.