El lado del usuario ante una revolución


A lo largo de la historia, la humanidad ha sido testigo de revoluciones que han transformado la forma en que nos comunicamos, trabajamos y vivimos. Desde la invención de la imprenta hasta la llegada de la computadora personal, cada avance ha marcado un hito en nuestra evolución digital. La introducción del mundo digital y, posteriormente, de Internet, abrió las puertas a un vasto océano de información y conectividad, permitiendo que las ideas fluyeran a una velocidad sin precedentes y afectando radicalmente la forma de ver el mundo y ejercer las profesiones.

Hoy, nos encontramos en medio de una nueva revolución digital, donde conceptos como el “prompting” están cobrando una importancia crucial. El prompting, que se refiere a la forma en que interactuamos con las inteligencias artificiales, se ha convertido en una herramienta esencial para maximizar el potencial de estas tecnologías. A medida que navegamos por este paisaje digital, es fundamental entender cómo estas interacciones pueden influir en nuestra creatividad, productividad, en la manera en que nos relacionamos con el mundo que nos rodea, en el ejercicio de nuestras profesiones e incluso en nuestra salud mental.

La abogacía ha sido históricamente una profesión caracterizada por largas jornadas laborales, altas expectativas de desempeño y un entorno competitivo que exige resultados constantes. Estas condiciones han generado un impacto notable en la salud mental de quienes ejercen esta labor. Según un estudio reciente del Ilustre Colegio de la Abogacía de Madrid (ICAM), el 66% de los abogados señaló haber experimentado ansiedad en el último año, mientras que casi la mitad manifestó haber enfrentado fatiga y pensamientos negativos. A nivel global, un informe de la International Bar Association (IBA) encontró que el 41% de los abogados considera que su trabajo tiene un efecto negativo en su bienestar mental.

Estos datos revelan que los problemas de salud mental en la profesión jurídica son persistentes y profundos. La llegada de la inteligencia artificial (IA), aunque prometedora en términos de eficiencia y productividad, introduce nuevas dinámicas que pueden agravar este panorama si no se gestionan adecuadamente. 

Una de las principales fuentes de estrés relacionadas con la IA es el temor a la obsolescencia profesional. La capacidad de las máquinas para realizar análisis legales detallados, redactar documentos y automatizar procesos genera incertidumbre sobre el futuro del rol humano en el ámbito jurídico. Aunque la experiencia y el juicio de un abogado son insustituibles, la percepción de que la tecnología podría reemplazar funciones clave contribuye a un clima de ansiedad y quienes más se afectan, son las generaciones que no crecieron en una era digital y que ven cómo este desarrollo tecnológico adquiere cada vez más fuerza.

Sin embargo, este miedo al desplazamiento no es nuevo. Durante la introducción de los ordenadores y, posteriormente, de internet, se vivieron momentos similares de incertidumbre. Sin embargo, la velocidad del cambio fue más gradual y la tecnología de aquella época era percibida como un complemento en lugar de una amenaza directa. En contraste, la rapidez y profundidad con la que la IA está reconfigurando la práctica jurídica amplifican el estrés asociado a esta transición.

No es secreto que el ámbito laboral de los abogados es desafiante, por lo que introducir elementos revolucionarios puede causar ansiedad...

Habilidades y soluciones

Una esperanza asociada a este desarrollo es que la IA reducirá la carga laboral de los abogados, permitiéndoles disfrutar de más tiempo libre. En realidad, la automatización de tareas rutinarias, que es lo que se aborda actualmente, libera tiempo que puede ser ocupado por actividades más complejas y de mayor valor estratégico. Pero cuidado, pues estas nuevas responsabilidades, aunque enriquecedoras, pueden ser más, estresantes. El aumento de la productividad impulsado por la IA suele ir acompañado de mayores expectativas en términos de resultados y volumen de trabajo. 

Otro factor de estrés es la falta de formación técnica necesaria para utilizar eficazmente las herramientas de inteligencia artificial. Aunque muchos abogados pueden realizar consultas básicas y obtener resúmenes de documentos, la IA ofrece su máximo potencial cuando se utiliza de manera avanzada, lo que requiere conocimientos técnicos específicos, como el prompting. La curva de aprendizaje asociada a estas habilidades puede ser abrumadora, especialmente para aquellos que ya enfrentan una carga laboral significativa y/o que no pueden acceder a capacitaciones relacionadas.

A pesar de estos desafíos, existen esfuerzos significativos para mitigar los efectos negativos de la IA en la salud mental de los abogados. Instituciones como los colegios de abogados han comenzado a ofrecer programas de capacitación que facilitan la adaptación tecnológica y reducen la ansiedad asociada al cambio. Por ejemplo, la American Bar Association (ABA) y otros organismos han establecido grupos de trabajo para estudiar el impacto de la IA en la práctica jurídica y proponer medidas para minimizar sus efectos adversos.

Es fundamental que los abogados establezcan una relación saludable y equilibrada con la inteligencia artificial en su práctica profesional porque es una herramienta que llegó para quedarse. A medida que la tecnología avanza y se integra más en el ámbito legal, es esencial que los profesionales del derecho se familiaricen con estas herramientas y que se establezcan apoyos para usarla de manera consciente e informada. Al hacerlo, optimizarán su trabajo y aumentarán su eficiencia, sin aumentar el estrés y la ansiedad que a menudo acompañan a la profesión. Fomentar un entorno donde la inteligencia artificial se utilice como un aliado, en lugar de una amenaza, contribuirá significativamente al bienestar mental de los abogados, permitiéndoles enfocarse en lo que realmente importa: brindar un servicio de calidad a sus clientes y mantener su propia salud emocional. La clave está en la colaboración y el entendimiento mutuo y el idioma es el prompting…

Pero aunque hay desafíos, esto no quiere decir que no se puede implementar, o que los usuarios no pueden usar la tecnología.

Es muy importante que las personas que propongan implementar estas revoluciones lo hagan de forma exhaustiva y cuidadosa, si el futuro viene a costa del presente, la promesa de la tecnología se vuelve nula.