Un elixir de la inmortalidad asesino


Las repercusiones y aplicaciones de ciertos inventos son muchas veces inesperadas. Ese fue el caso, hace 11 siglos, con los Cuatro Grandes Inventos, el papel, la imprenta, la brújula y la pólvora negra, todos descubrimientos originarios de la antigua China que se celebran en el país hasta la actualidad por su importancia histórica y como símbolos de su avanzada ciencia y tecnología. 

Un grupo de alquimistas decidió mezclar salitre, azufre y carbón para hacer una sustancia que, ellos creían, les daría la vida eterna. No es necesario explicar que fallaron en su objetivo inicial, pero lo que descubrieron sería una de las formas más eficientes de matar jamás inventadas. 

Cada una de estas revoluciones tecnológicas formó parte vital del desarrollo de la humanidad y, ciertamente nadie pudo haber previsto el impacto que tendrían sobre la sociedad en el momento de su creación. Pero sólo la pólvora, por sus consecuencias, se transformó en una cuyo uso y abuso es debatido hasta el día de hoy.

Históricamente las armas con pólvora y balas eran caras y de difícil acceso, pero aún así se usaron desde su inicio no sólo para la defensa militar sino también para la personal. En nuestro mundo contemporáneo, el acceso a ellas es cada vez más común y tiene muchos problemas de normativas y legales, que permiten su mal uso y por lo mismo tragedias asociadas. Este dilema ético y controversia acerca de la accesibilidad y el uso general de estas armas crece con cada noticia de matanzas en colegios, asaltos a mano armada, muertos por balas locas, etc.

Los derechos y deberes con respecto a las armas tienen tantos escenarios como países, sin ejemplos claros de éxito en su implementación legal que sigue siendo un debate polarizante en el ámbito del derecho.

Los alquimistas de china desataron en el siglo IX una de las formas más efectivas y, con el tiempo, practicas para matar en su búsqueda de la inmortalidad

Respuestas variadas ante un problema internacional

Hay ejemplos más liberales de cómo manejar las armas de fuego como el caso de Estados Unidos. Tiene reputación de ser un país que permite adquirir armas con facilidad, pero la realidad es que las regulaciones para este tipo de armamento si bien son laxas, varían dependiendo del estado. Zonas como California y Nueva York tienen leyes estrictas sobre la posesión y el uso de armas, mientras que Texas y Arizona son mucho más permisivos. Pero aún los más restrictivos, se encuentran con el problema de la Segunda Enmienda de la Constitución de EE. UU., ratificada en 1791, que establece: “Siendo necesaria una milicia bien regulada para la seguridad de un Estado libre, el derecho del pueblo a poseer y portar armas no será infringido”. Las armas, para muchos estadounidenses, son un símbolo de libertad y poder individual, causando casos alarmantemente frecuentes de abuso de ellas.

También hay ejemplos completamente opuestos, como el de Japón, bien conocido por su extrema regulación legal y cultural. En el país sólo se permite la posesión de armas de caza y deportivas, y obtener una licencia es un proceso largo y complicado que incluye evaluaciones psicológicas, verificaciones de antecedentes y pruebas de aptitud. Culturalmente hablando la sociedad japonesa valora la seguridad y la cohesión social, y la posesión de armas es vista no sólo como innecesaria para la defensa personal, sino que también son asociadas con peligro y violencia activa. Por lo tanto, se tiende a desconfiar de la gente que porta cualquier tipo de arma, pues se les enseña desde muy jóvenes a valorar la seguridad colectiva.

Estos dos casos, opuestos absolutos en su legislación y respuesta social ante las armas de fuego, son el blanco y negro de una larga escala de grises al respecto, que incluyen tanto la legislación como la forma de verlo culturalmente. 

Un buen ejemplo de cómo influye la cultura en el manejo de armas es Suiza donde hay un alto porcentaje de acceso a armas de fuego de su población, que responde a su tradición de servicio militar obligatorio, lo que implica que muchas personas sepan usarlas y decidan conseguir una para protección personal. Aun así hay leyes estrictas sobre el registro y uso de armas. Los ciudadanos deben pasar verificaciones de antecedentes y obtener permisos para poseer armas. Las armas automáticas están prohibidas, y existen restricciones sobre el tipo de munición que puede usar una persona natural.

También hay casos como los de Australia, donde eventos trágicos cambiaron leyes en este tema. La masacre de Port Arthur en 1996, en la que 35 personas murieron y 23 resultaron heridas, llevó a una reforma radical de las leyes de armas en el país. Tras la masacre, el gobierno australiano implementó leyes de control de armas muy estrictas, prohibiendo rifles semiautomáticos y escopetas automáticas. Obtener una licencia en Australia, después de este evento es un proceso riguroso que incluye evaluaciones psicológicas, verificaciones de antecedentes y pruebas de aptitud. Todas las armas deben ser registradas, y los propietarios deben justificar la necesidad de poseerlas, generalmente para la caza o el tiro deportivo.

Es irónico que los alquimistas chinos, que por primera vez crearon pólvora buscando el elixir de la inmortalidad, sean recordados por haber aumentado el poder de aniquilación de vida exponencialmente, sin capacidad de entender lo mucho que cambiaría el mundo su búsqueda.

Hoy, en una sociedad post pandemia, cada vez más violenta e insegura y donde incluso adolescentes y niños tienen acceso a armas, el debate sobre su uso y tenencia es cada vez mayor y la respuesta cada vez más compleja. Las leyes y el marco normativo deben ser capaces, en ese contexto, de dar una solución equilibrada para cada país, entorno cultural y derechos y deberes no sólo de quienes compran sino que la sociedad  en que se usan.

Respuestas tan liberales como la de Estados Unidos, o tan restrictivas como la de Japón, son una minoría, otros países tienden a encontrar un balance dependiendo de su historia y cultura

Lamentablemente no hay ninguna respuesta mundial ante este problema ya que hay varios factores legales, históricos y culturales que influyen como la gente de cada nación lo percibe.